Lisonjas y bizcochos de monjas, de tu bolsillo son esponjas.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Los poetas han dicho que la razón para tener hijos es darse la inmortalidad. ¿Inmortalidad? Ahora que tengo cinco hijos mi única esperanza es que estén todos fuera de casa antes de que me muera.