Muchos besan manos que querrían ver en boca de alanos.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Y me llevó desde que tenía 17 años y salí de casa huyendo de Dios hasta ahora, cuando soy un hombre de 30 años, en el que honestamente siento que he cerrado el círculo y que mi corazón está por fin en el lugar correcto.