Más daña la lengua del adulador que la espada del persecutor.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Las mujeres más virtuosas tienen algo dentro de ellas, algo que nunca es casto.