Quien mucho te alaba, te la clava.
La mucha miel, empalaga.
Por mucho dulzor, no es mejor.
Nadie lamiendo engorda.
Lamiendo no engorda ningún perro.
Por la peana se adora -o se besa- al santo.
Si los falsificadores y los malhechores son condenados a muerte por el poder secular, hay mucha más razón para excomulgar e incluso condenar a muerte a un condenado por herejía.