Entrada aleatoria

Gracias al capitalismo, la importancia que se da a la belleza nunca ha sido tan manipulada. Somos los conejillos de indias alimentados a la fuerza por anuncios que nos dicen lo patéticos que somos: que nunca seremos queridos ni valiosos a menos que tengamos el cuerpo, la cara, el pelo e incluso la personalidad que aparentemente será nuestra si sólo compramos sus productos.